lunes, 27 de diciembre de 2010

AMARA ON THE ROCKS

Los mejores momentos de la vida son gratis y en su mayoría ocurren de noche. Lástima que eso no lo supiera Jandrito la noche en que conoció a Amara. No era una mujer. Era un concepto. La señal que necesitaba. Existen viernes que deberían haber caído en lunes. No lo buscó, pero sus amigos eligieron ese viernes para agobiarle con una frustrada despedida de soltero. Bendita ignorancia la de Jandrito que aún sigue pensando que aquella fue su mejor noche.
- ¡Jandrus, Jandrus, Jandrus!

- Zoiz unoz mamonez. Ezto no ce le hace a un amigo.

    La despedida de soltero de Jandrito empezó a la hora de comer. Los amigos le recogieron de la oficina disfrazados de los Monti Python en la Vida de O´brian. Le taparon los ojos, le subieron a un minibús y le cocieron a chupitos de algo que debía parecer pentotal sódico. Le dejaron perjudicado y al borde de tener secuelas evidentes. Entre bromas sí, pero aquello parecía la máquina de la verdad. 

    - ¡Confiesa Jandrus! ¿A que te hacemos un favor si no dejamos que te cases?
      - ¡Qué mierda de veneno me habeiz hecho beber, jozdeputa! ¡Que me cazo ezta zemana!
        - ¡Jandrus, Jandrus, Jandrus!
          - ¿Dónde eztamoz? ¡Joder, pero zi huele a mar!
            Pararon el minibús en el hotel que hay en la playa de la Franca. En la frontera de Asturias con Cantabria. La tarde agonizaba bajo un cielo enrojecido al igual que los tapados ojos de Jandrito.
            - ¡Romanus, llevemos a Jandrus “0´Brian” ante Juanjus Magnificus!

            El vocerío era ensordecedor. El grupo entero cantaba a coro y en latín “mi carro me lo robaron” de Manolo Escobar. “Meus carrus se abruptus est in nocte cum dormitabam”. Jandrito, fingía estar ofendidísimo mientras le vestían con una túnica marrón y le colocaban una cuerda en la cintura a modo de cinturón. Hasta las sandalias marca “adidus” eran de su número. “Meus carrus se abruptus est cum eram in romeriam”, gritaban mientras se acercaban a la playa de la Franca. Le llevaron en volandas hacia la terraza que daba a las impresionantes vistas que disfrutaban. Le quitaron la venda de los ojos y Jandrito pudo ver a su amigo Juanjo disfrazado de blanco impoluto y una corona de laurel en la cabeza. “¡Ubi erit meus carrus! ¡Ubi erit meus carrus!”. Con voz solemne Juanjo arengó al populacho.

            - Tú eres un farsante, Jandrus O´Brian. Un bienqueda que le está haciendo un daño irreparable a todos nosotros. Te queremos dar una última oportunidad. Tal vez así te perdonemos. Te hemos secuestrado esta noche, tu última noche de soltería. Si tu amor es verdadero sobrevivirá a las tentaciones que te vamos a proponer.
            El populacho de amigotes se vino arriba.

            - ¡Ave Juanjus magnificus! Ave, Ave.

            - Ya eztá bien de gromaz. Oz eztaiz pazando gomollón. Tengo mucho frío en pelotaz y con ezta mierda de zábana. 

            En la playa la marea empezaba a ceder, pero el bullicio no hacía más que aumentar.

            - ¡Le concedemos un último deseo y luego le lapidamos! ¡Jandrus, Jandrus, Jandrus!
            Juanjo toma de nuevo la palabra. 

            - Jandrus O´Brian. Vamos a liberarte de tu compromiso. A la orilla de esta playa tienes una barca. Cuando terminemos la cena que vamos a celebrar para despedirte sube a la barca y rema hacia aquel islote que está iluminado. Allí encontrarás lo que siempre has soñado. 

            - No me fío de vozotroz. ¡Me cazo mañana! No tiene gracia. ¡Ninguna!

            La cena se prolongó entre excesos hasta que Jandrito entró en un estado de trance precomatoso y apareció un grupo de gitanos para alegrar la fiesta. Las copas fluían como el agua. Wiski on the rocks con coca-cola fue el brebaje preferido por los inagotables romanos. Y justo cuando Jandrito pensaba que lo peor había pasado entró  una mujer espectacular por la puerta taconeando a lo Sara Baras. Los gitanos hacían sonar encendidos el cajón y las palmas. Uno de ellos la presentó como “Amara, la reina de los gitanos”. Apenas se le veía la cara, tapada por una larga melena rizada, pero todo lo que  ella transmitía era pura pasión. El ritmo y la belleza de lo que estaba viendo hizo que Jandrito bajara la mirada hacia su copa y le pareciera ver bailar a esa increíble mujer entre los restos de sus hielos. Se sentía dichoso y algo más que tomado. Pensó para sí que echaría de menos las locuras con los amigos al volver del viaje de novios. Levantó no sin esfuerzo la vista hacia el pivón gitano que le miraba divertido y entendió que aquello no era un baile sino una revelación. Salió a la playa tropezando con todo lo tropezable que hubiera hasta la barca que estaba en la orilla. Y se fue remando hacia el islote iluminado que estaba al este de la playa.

            - Hola. Izlote de mierda. 

            - Hola amorsote.

            La voz le resultó familiar. Tanto como la de la mujer con la que se casaría al día siguiente. ¿Será posible la encerrona que le habían hecho sus candidatos a ex amigos? Jandrito o lo que quedaba de él buscó en la oscuridad y encontró el rostro de su futura esposa. ¿Y si no hubiera ido a coger esa barca? ¿y si hubiera ido acompañado? ¿se alegraba de verla? No estaba para dar muchas vueltas a nada. Las cosas, en el estado en que se encontraba, ya daban vueltas por si solas. Allí pasaron la noche. De madrugada la marea bajó tanto que pudieron ir andando hasta la playa. Al llegar vieron la cara desencajada de Juanjo y los demás.

            - Jandro, lo siento mucho pero nos han robado. ¡No tenemos manera de volver! ¡No vais a llegar a la boda!

            La novia de Jandrito se desvaneció como la mantequilla en una tostada. A lo lejos se oían voces. Jandrito corrió a su encuentro y se sorprendió al oír lo que decían acompañadas por el taconeo de la reina gitana: “Mi carro me lo robaron, anoche cuando dormía. ¿Donde estará mi carro? ¿Donde estará mi carro?”. 

            No hubo boda. Para bien o para mal, pero no, no hubo boda. El tiempo diría si fue un día feliz. Aún así, lo que Jandrito aprendió a partir de ese día es que Amara significa amargo en latín y que así le sabe el wiski cuando lo toma sin agua “on the rocks”.

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